sábado, 29 de septiembre de 2012

Comenzar por el barquillo...


Comer helado es una de las cosas más serias que pueda haber. Y así con esa seriedad hay que decir también que existen fundamentalmente tres maneras de comerlo. La primera de ellas es la convencional, la más común de todas y, en consecuencia, la más conocida y practicada y consiste en pasar repetidamente la lengua por las bolas heladas hasta que el calor las derrite y su cremosa dulzura nos va inundando los sentidos.

La segunda forma de comerlo es, paulatinamente, ir disfrutando de la fría crema e ir dando mordiscos al barquillo o cono; ésta técnica requiere de rapidez y sincronía pues el proceso de derretido del helado es inevitablemente rápido y corre, quien lo come, el riesgo de mancharse la ropa de fea manera. Pero la tercera forma de comer helado es, sin duda la más maravillosa de todas porque se requieren de movimientos muy certeros para, primero, engullir completamente el cono y dejar luego lentamente discurrir las bolas de helado al interior de la boca. Es tal la dificultad de esta técnica que resulta hasta cierto punto peligrosa, ya que de no ser precisa y sincronizada la ingesta del cono y el escurrimiento de la crema hacia la garganta, bien podría devenir en un atragantamiento y asfixia por obstrucción de vías. Finalmente aquí les dejo la ilustración de tan complicada técnica para aquell@s que lo quieran practicar....

-J.H.-

sábado, 8 de septiembre de 2012

SI LA SILLA PRESIDENCIAL TUVIERA RUEDAS...


Este asunto de las sillas de ruedas que el gobierno Sonorense otorgó como apoyo a personas con necesidades de movilidad distintas se ha convertido en un caso de burla y crítica que llama la atención por varias cosas.

La primera de ellas es que así a simple vista se trata de un artilugio salido de cualquier taller casero, pareciera que las hubieran hecho entre los primos y los sobrinos para regalársela al tío que no se mueve, y más que una silla de ruedas así como la conocemos en general, más pareciera un denigrante objeto que además es muy chafa.

Otro asunto es ver desde la lejanía del crítico de oficio la risible apariencia de un apoyo que viene del gobierno, porque cuando de gobierno se trata, casi a todos les viene la idea de un montón de ladrones abusivos que por otro lado están obligados a satisfacer las necesidades de la población bajo ese argumento que tiene que ver con la “paternidad responsable” que para con nosotros debe tener el gobierno.

Pues de estas dos cuestiones podemos hacer un largo trayecto literario, pero no, no es el caso, De lo que se trata este texto es de precisar algunas cuestiones de índole cívica que por más que las vemos, no acabamos de entenderlas, y por más que las vivimos, no acabamos de cambiarlas y contrario a ello las reproducimos de manera ya cultural, somos extraños los mexicanos de veras.

Para empezar a hacer plática, necesariamente hay que remontarnos al principio analítico de la causa y el efecto así que en tratándose de sillas de ruedas pues en lo primero que pensamos es en la necesidad de alguien para usar una silla de ruedas. lo segundo que pensamos es en el costo de esa silla de ruedas y finalmente en el cómo obtendrá esa persona que la requiere, ésa silla de ruedas. Y ahí inició esta historia. Resulta que el gobierno de Sonora detecta esta necesidad y queriendo quedar bien y ahorrarse una lanita (lo cual es administrativamente correcto), se da a la tarea de buscar quien le solucione el asunto de la providencia; así, se encuentra a los señores de la Free Wheelchair Mision con su proyecto Gen_1, que es una silla de ruedas de bajo costo (alrededor de 72 dólares por pieza pero hecha de materiales de gran calidad, como plástico resistente a temperaturas altas, lavable, absolutamente resistente a climas extremos, con llantas de uso pesado para terrenos difíciles como las de las bicicletas de montaña, durable, resistente, y armazón de acero reforzado, entre otros) y basados en su experiencia (ha producido y embarcado ya 651, 245 de estas sillas, de las cuales y sin contar las que el gobierno de Sonora entregó, ya andarán rodando en México 9,350) pues hicieron trato y se compraron las dichosas sillas a las que sólo se les encuentra un “pero”, y vaya que no es cualquier “pero”, sino un “pero” de peso y es precisamente la forma de la silla, que a ojo de buen objetante no es más que una simple, burda, vil, corriente y denigrante silla de cantina de barrio o de jardín de unidad habitacional; y que solamente le habría hecho falta en el respaldo la ilustración de alguna compañía refresquera o cervecera para aseverar que las dichosas sillas eran un verdadero asco y una inmoral burla para los ciudadanos que las requieren.

Esta parte es la que me lleva a pensar en el poco oficio de ciudadanos que tenemos y la miope visión que del ejercicio gubernamental nos hemos formado. En primera instancia, es lógico pensar que una silla de ruedas de las características que les he descrito sea, en efecto producto de una aventura de chavos talacheros, pues en efecto la simple vista de la silla de jardín recortada y montada en una estructura con ruedas la hace verse francamente ridícula y entonces nos sentimos, como ciudadanos, vejados y ridiculizados; más aún si alguno de los beneficiarios pudiera resultar ser un pariente cercano o lejano. Aquí es donde viene el conflicto y la simpleza del análisis junto con la ligereza de raciocinios y prontitud del reclamo, porque ¿cómo es posible que el gobierno regale estas aberraciones a los pobrecitos necesitados de movilidad? Sin embargo nos quedamos en ése nivel de lógica y no vamos más allá. Para los críticos de oficio pero sin maestría (y miren que yo no comulgo con las ideas ni con las medidas que las administraciones Panistas han tomado) el producto distribuido no es más que una silla de pulcata con ruedas, pero para las poblaciones de 86 países son elementos que resuelven problemas y ahorran capitales.

Es cierto, no son sillas de ruedas de marca prestigiada, pero también es cierto que son mucho más resistentes que muchos modelos que se venden en el mercado, ésos sí de marca y les aseguro que de mucho menor calidad que las que ahora nos ocupan y se los digo con cabal conocimiento porque a ambas las he tenido en las manos; también es cierto que estas sillas no se usan en el primer mundo, pero carajo!!, dejemos de creernos de primer mundo porque no lo somos. Estas sillas las hace una Fundación de asistencia social. Me parece que aquí lo único que se evidencia es lo prejuiciados (y prejuiciosos) que somos y dejamos de lado el correlativo “costo-beneficio” del acto objetivo, ¿Qué las apariencias engañan? Esto nunca había sido tan verdadero y aquí, lamentablemente nos hemos dejado llevar por la estética y no por la funcionalidad; así somos, nos ahogan las injusticias pero las vanidades no nos permiten salir y nos llevan al fondo.

-J.H.-







Nadie quería hacerlo, sabíamos que sería prácticamente un acto suicida; así que finalmente lo echamos a la suerte. Sería ella la que decidiera nuestro futuro. Tomé la pajita y con horror vi que era la más pequeña. Jamás antes la palabra "ratón" había tenido tan exacto significado y así precisamente me sentía; era yo el ratón al que, en suerte, le había tocado ponerle el cascabel a la gatita que siempre nos acechaba en el pasillo...

-J.H.-



Esas alas que en su batir mueven mi mundo, lo sacuden y lo llenan de sueños y de polvo dorado; esas alas que se posan en tus labios. Esos labios que en su cálida humedad me trasladan a otras percepciones, a otros besos. Esos labios que se detienen en tus alas. Alas, labios; labiosalas...

-J.H.-