viernes, 12 de agosto de 2011

LOS SUPERHÉROES A LA MEXICANA.

Para el estreno de este blog que tiene tres años de antigüedad y ninguno de vida útil, he querido iniciar escribiendo sobre los llamados superhéroes, mencionando particularmente los de nacionalidad mexicana y esto a propósito del corto-parodia que los queridos primos del norte han hecho del Capitán América y que, con motivo del estreno de su cinta han lanzado con el nombre de “Capitán México” – ver video–


Empecemos por dejar claro que un héroe es una persona cuyas virtudes magnificadas le alcanzan para hacer buenas acciones en beneficio de sus semejantes por el mero acto de ser bueno, o bien por el mero acto de quedarse con “la buena”. Así, el héroe realiza actos dignos de elogio y hazañas extraordinarias en el marco de su temporalidad y cultura. El héroe es en ése contexto tan ya fuera de lo común que se le reconoce por sobre los demás seres humanos.

El superhéroe en cambio es un personaje creado a través de la ficción y que posee, además de las cualidades del héroe, otras que van más allá de lo humano, es decir que son superhumanas (llámese superfuerza, o la capacidad de volar, supervista, supervelocidad y demás supercositas) y que les son propios por una serie de causas que van desde el trauma infantil, hasta la progenie extraterrestre, pasando por el experimento, el accidente, la aplicación de tecnología (¡a huevo¡, “La Técnica al Servicio de la Patria”, ¡Huelum, Huelum¡ y bla, bla, bla) y por supuesto, la mutación genética. Es en estados Unidos donde surgen por allá de los años 1937- 1939 y adquieren la famosa “denominación de origen”, es decir que ningún personaje con características de este tipo que sea creado fuera de los Estados Unidos, por muy chingón que sea puede llamarse superhéroe.

La historia de los superhéroes se basa desde entonces en lecturas de fácil distribución, inicialmente en los diarios y posteriormente en suplementos de entrega periódica que tienen como objetivo social la justificación de la ideología dominante del momento para generar una aceptación a través de modelos estereotipados congruentes con ella y su imitación a través de un deseo que se satisface con la cercanía popular del superhéroe, en otras palabras es el superhéroe quien ante la sociedad, justifica con sus buenas acciones la ideología de un sistema político y sus gobernantes. Es por ello que no casualmente los enemigos de los superhéroes sean individuos o grupos de malosos con las mismas características que ellos, pero que sirven a intereses contrarios al ideal político defendido. Por ello y en el contexto histórico de su nacimiento, los supervillanos son fundamentalmente, seres cuya principal obsesión es la dominación del mundo (y recordemos quiénes quieren dominar al mundo en esos años), mientras que los superhéroes defienden la libertad (y también recordemos que el país que defiende la libertad es precisamente Estados Unidos).

Esto no quiere decir que solamente en Estados Unidos hayan surgido superhéroes, no; también en Europa se cuecen papas aunque significativamente menos. Y si bien su nacimiento es más o menos paralelo, su desarrollo sí ha sido fundamentalmente mayor en los Estados Unidos (y del asunto Japonés mejor ni hablemos, porque no es el tema y además eso se cocina aparte). El cómic europeo es más dado a las historietas donde los personajes no pasan de ser más comunes y en el mejor de los casos se quedan en héroes.



En México pasa algo similar, la historieta mexicana cuenta con muchísimos personajes que se quedan en el mero heroísmo, tal es el caso del Santo, luchador enmascarado que sin tener superpoderes, cae en el idílico estatus del heroísmo, lo mismo que Alma Grande, El águila Solitaria, y uno de los mejores a mi parecer: Gervasio Robles “El Pantera”, un agente policiaco que no le pide nada a Simón Templar o a James Bond (excepto la tecnología, en el caso de éste último y un país sin corrupción como elemento cultural, en el caso del primero).

Sin embargo también existen superhéroes que pelean por las causas más nobles que existen y entre ellos encontramos a Karmatrón, Zor, Kalimán, Ultrapato, El Bulbo, Meteórix y por supuesto que sí, El Chapulín Colorado que con sus antenitas de vinil detectaba la presencia del enemigo, y contaba con las más sofisticadas armas basadas en la tecnología de un futuro inimaginable, pues con su “chicharra paralizadora” era capaz de dejar inmóviles a malhechores y no; e ingiriendo sus pastillas de “chiquitolina”, se volvía minúsculamente apto para entrar en cualquier lugar y por cualquier rendija. Y qué decir de su famosísimo “chipote chillón”, arma incapaz de matar pero sí idónea para propinar las más severas palizas a los malosos e inhabilitarlos de manera contundente.

Pues bueno, todo este rollito introductorio ha servido para contextualizar el asunto parodial (de parodia) del llamado “Capitán México”. El asunto podría parecer insultante a muchos de nosotros, aunque para otros es meramente una cuestión de libertades de expresión a las que hasta nosotros mismos hemos recurrido, o acaso no recordamos los chistes que de los Haitianos, Ingleses, Árabes, Noruegos, Alemanes, Gringos y demás hemos hecho los mexicanos no solamente en condiciones de normalidad, sino hasta en situaciones de dolor ajeno que han padecido estos países? Por supuesto que la ridiculización del Estadounidense (que además es de las que mejor nos salen) no es reciente, ya en la historia de la gráfica mexicana encontramos ejemplos de ello, sobre todo en la obra de Manuel Manilla, José G.Posada, El “Chango” García Cabral, Atenedoro Pérez, Clemente Islas, Álvaro Pruneda, Jesús Acosta Cabrera y Juan Arthenack entre muchísimos otros. Pero ojo, porque esto de las ridiculizaciones y versiones caricaturescas es de ida y vuelta, o sea que también a los mexicanos nos ha llovido en la milpita; y si no, pues baste recordar el famoso asunto del “carro tortilla” allá por enero de este año (la referencia es el automóvil de línea deportiva de lujo Mastretta MXT, diseñado por los hermanos Daniel y Carlos Mastretta y ensamblado al 100% en México y que por cierto sí, son parientes de Doña Ángeles), del que el programa Británico “Top Gear” se encargó de hacer mofa calificándolo de flojo, flatulento, irresponsable y dormilón entre otras cosas. Ejemplos hay muchos y de hecho tuve la ocurrencia de buscar la frase “yo odio a los…” en Google y esto fue lo que resultó:

Yo odio a los Cristianos- 19, 400,000 resultados
Yo odio a los Italianos- 19, 200,000
Yo odio a los Argentinos- 14, 600.000
Yo odio a los Americanos- 14, 000,000
Yo odio a los Mexicanos- 12, 200,000
Yo odio a los terroristas- 9, 870,000
Yo odio a los Alemanes- 8, 860,000
Yo odio a los Españoles- 8, 360,000
Yo odio a los católicos- 7, 830,000
Yo odio a los Nazis- 7, 220,000
Yo odio a los árabes- 2, 650,000
Yo odio a los judíos- 2, 150,000

Y así por simple razón numérica, es de tomar en cuenta que estar en el nivel de odio por encima de terroristas y nazis pues ya es significativo, ahora que como en todo, habría qué verificar si en efecto cada una de esas millones de búsquedas se corresponde en efecto con la frase solicitada, así que quien quiera hacerlo, pues que no deje de avisarme, porque yo francamente no estoy de humor para ello. El juego de ser denigrado en el extranjero es una suerte de “el que se lleva se aguanta” y la verdad es que no sé hasta dónde se pueda decir que nos hemos aguantado como los machitos que decimos ser, ¿o será acaso que nos gusta fregar pero que no nos frieguen?. No pretendo dar respuesta a esta interrogante porque me tendría que poner a destripar buena parte de la historia y no es la idea, pero quizá lo hagamos un día de estos.

Lo que sí quiero dejar muy claro es que los superhéroes vengan de donde vengan son solamente una construcción fantasiosa, y cada país construye sus fantasías de acuerdo como les va en la feria, a nosotros no nos ha ido tan mal me parece, tenemos héroes que ni soñando se podrían tener en otros países, pero no de esos de cómic, sino de los que realmente existieron, uno de ellos Doroteo Arango, quien sin ánimo de ensalzarlo como héroe (porque también era un jijito de la chingada) sí hizo varias cosas que son dignas de recordar toda la vida; una de ellas, meterse a su patio y hacer una pachanga en serio. Quizá por ello (y por no haber podido agarrarlo para darle un escarmiento), además de algunas otras razones históricas es que los gringuitos nos ridiculizan cada que pueden. En esta parodia, el superhéroe mexicanizado, pelea con tres Hitleres (plural de Hitler) bastante “piñatas”, y la verdad es que yo me quedo con mi Chapulín Colorado, que nada le hace que no haya estado como en la imagen y que aunque nomás peleó con "uno Hitler", podía resolver cualquier caso a pesar de ser medio torpe, lo cual es a todas luces doblemente meritorio. Por cierto, el Hitler contra el que peleó este héroe mexicano y que también era caracterizado por el señor Bolaños estaba mucho más creíble que el de la propuesta parodiante, porque hasta eso, para hacer villanos, eso sí, los mexicanos somos más chingones que cualquiera…

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